Las Minas de plomo de Jubera es uno de los espacios naturales que se pueden visitar en La Rioja y que permiten conocer los trabajos y costumbres de la actividad minera. Un ruta sencilla que ofrece numerosos alicientes y esconde sorpresas como un salto de agua en el interior de una cueva.
La Reserva de la Biosfera de los Valles de Leza, Jubera, Cidacos y Alhama es un extenso territorio riojano, en el que podemos encontrar cañones fluviales, desfiladeros, yacimientos paleontológicos de dinosaurios, aguas termales y antiguas terrazas de cultivos. Todo ello forma un curioso y singular espacio natural con grandes valores naturales y culturales.
En esta ocasión vamos a conocer las antiguas minas de plomo, blenda, piedra pómez y zinc de Jubera, también llamadas Túneles de los Moros. Un enclave con galerías y oquedades que son el resultado de la explotación minera de la zona desde la época romana.
Cómo llegar a las Minas de Plomo de Jubera
Como su propio nombre indica, se ubican en la localidad de Jubera (La Rioja). La ruta comienza unos metros antes de cruzar el puente que hay a las afueras del pueblo. En una curva, sale un camino señalizado por la derecha, hacia las minas de Jubera.
Se puede aparcar en los lados de la carretera, pero no hay mucho sitio. Aunque no suele ser un problema porque la zona no está masificada, ni recibe excesivos visitantes. Si no pudierais estacionar el coche, la otra opción es ir hasta el pueblo y comenzar el recorrido desde allí.
Itinerario a las Antiguas Minas de Plomo de Jubera: Rincones desconocidos de La Rioja
Hacia la Ermita de la Virgen del Prado
Es una ruta sencilla que sigue el trazado de los pueblos de Jubera. En un principio comienza siguiendo las indicaciones hacia la mina de la Providencia, señalizada con marcas blancas y naranjas. Según vamos ganando altura por un camino agrícola, las vistas del pueblo y del entorno de Jubera van siendo más excelsas.
El paseo es muy agradable hasta alcanzar la Ermita de la Virgen del Prado, una edificación barroca del s. XVIII.
Minas de Jubera
La excusión prosigue, pero el camino se va estrechando hasta llegar a la primera mina, que está situada unos metros antes de una edificación blanca en ruinas. Hay que desviarse un poco a la izquierda para ver la entrada de la bocamina. El acceso no está bien acondicionado y está cubierto de vegetación, pero con cuidado se puede entrar en los túneles. Es posible recorrer varios metros de galerías, pero tened cuidado porque se bifurcan y se necesitan linternas para no desorientarse en la oscuridad. Además, tened en cuenta que hay murciélagos, muchos por cierto.
Tanto si nos adentramos o no en la oquedad, hay carteles didácticos sobre los trabajos que se realizaban en las minas y las labores de explotación, para hacernos una idea de la vida de los mineros y sus familias.
La ruta continúa hasta la zona central de las antiguas casas mineras. Aquí hay una segunda cueva a la que no se puede entrar porque está sellada con una verja, pero si nos asomamos veremos la profundidad del túnel y unos muñecos simulado los trabajos de los mineros. Junto a esta galería hay unas escaleras que ascienden por la izquierda. Es mejor que no subáis, la zona está llena de maleza y es imposible dirigirse a ningún punto en concreto. Es incompresible que no se realice ningún mantenimiento de un enclave que es Reserva de la Biosfera. Esperamos que esto se haya solventado desde nuestra última visita.
Cascada de San Martín
Continuamos la excursión, siguiendo de frente, hasta alcanzar unas cuerdas que marcan el camino en descenso hacia el barranco fluvial de San Martín. Un poco antes de llegar a nuestro destino, nos desviamos a la derecha para ir hasta una cueva con una cascada en su interior. Es un rincón natural muy agradable, en el que el sonido del acuífero es elevado, y permite evadirse del ruido circundante. Por la parte derecha del salto de agua hay una abertura en la que nos podemos adentrar unos metros hasta topar con una pared que nos invita a retroceder.
Ahora solo queda decidir si regresamos sobre nuestros pasos o si continuamos con la Ruta de los Pueblos de Jubera siguiendo de frente en el desvío previo a esta última cueva. Nosotros decidimos dar por finalizada la ruta y regresamos al coche.
Aunque antes de irnos, decidimos acercarnos andando hasta el pueblo de Jubera. Sólo hay que andar unos metros por la carretera antes de cruzar por un puente de piedra medieval. Es posible bajar al cauce del río Jubera y ver pequeños saltos de agua y pozas naturales que se han creado por la erosión del agua. De hecho, es una zona de baño en periodo estival, así que no olvidéis incluir el bañador junto a la linterna para hacer esta excursión.
Una vez visitado el pueblo, os recomendamos ir a las ruinas del Castillo de Jubera desde donde hay unas vistas espléndidas del valle.
Dónde alojarse en Jubera
La mejor opción es hospedarse en el propio pueblo de Jubera. Pero la verdad es que la oferta de alojamientos es escasa. Aún así, hay quién apuesta por el turismo rural y aquí encontraréis todo lo necesario para vuestra escapada a La Rioja.
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