Las Lagunas del Trampal, en la Sierra de Béjar, es un paraje en el que aún es posible pernoctar con las estrellas y la luna como única compañía.
Uno de los objetivos de este verano era vivaquear con nuestros hijos pequeños. Para ello, elegimos las Lagunas del Trampal, en la Sierra de Béjar. Iba a ser la gran aventura del verano, ya que nunca lo habían hecho antes.
Aunque la acampada no está permitida. Es posible pernoctar, siempre y cuando, se instale la tienda antes del anochecer y se recoja al amanecer.
Después de muchos preparativos y con la grata sorpresa de que nuestras sobrinas también se unían a vivir esta experiencia, nos dispusimos a preparar las mochilas para los seis.
Todo el material de nuestros hijos lo íbamos a portear su padre y yo. Por tanto, en este caso, decidir que era o no imprescindible no fue tan complicado. Pero hacerle ver a un pre-adolescente que no necesita 3 cambios de ropa para una noche, que el móvil no tiene utilidad porque no hay cobertura o que es mejor pasar un poco de hambre y dejar hueco para llevar agua, ya es otro cantar.
Pero una vez solventadas estas incidencias iniciales y con nuestras cuatro mochilas listas, nos lanzamos a experimentar la gran aventura de dormir en la montaña sin ninguna comodidad, salvo las esterillas, los sacos y dos tiendas de campaña.
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Dónde iniciar la ruta a las Lagunas del Trampal
Debemos desplazarnos hasta el bonito pueblo salmantino de Candelario y subir a la segunda plataforma, también llamada “El Travieso”.
Suele estar cerrada en invierno, aunque se puede acceder sin problemas cuando desaparece la nieve. Son 11 km desde Candelario y estamos a unos 1860 m de altura, aquí las vistas del valle son impresionantes.
Itinerario de la ruta
El camino comienza justo donde acaba el asfalto, a la entrada del aparcamiento.
Ya desde el comienzo anuncia cómo va a ser el recorrido. Nos encontraremos con un sendero con una pendiente bastante acentuada de tierra, con piedras de todos los tamaños y entre piornos. Está señalizado con hitos de piedra que ayudan bastante, pero no está balizada. Por tanto, es fácil perder el trazado.
Conviene tomarse con calma esta subida, que en un principio parte en diagonal hacia la derecha según miramos a la sierra. Hay varios caminos, unos más directos que otros y conviene coger siempre la opción más tendida y mejor trazada, no siempre va a ser fácil acertar.
La subida es monótona y puede resultar aburrida para los peques, así que preparaos para contar historias o ambientar lo que van a ver. Armaros de paciencia y preved varias paradas a ver las lagartijas, escarabajos, orugas y demás fauna que encontréis subiendo.
Llegaremos, en algo más de media hora, a una primera fuente (un manantial donde el agua sale del suelo, no esperéis un caño) llamada fuente del Travieso. Se encuentra en unos prados por los que corre el arroyo. Es un buen sitio para efectuar una primera parada y ver cómo van quedando abajo los coches.
La subida entra ahora en su tramo más duro, es un poco más pendiente y está algo peor trazada por unos momentos. Si encontramos el camino correcto (hay otro que sube recto para arriba y es muy pendiente), irá trazando zigzags entre los piornos. Observaremos que girando a la izquierda hay unas grandes rocas que sirven como mirador y posible descanso.
A partir de aquí, suaviza un poquito la subida con algún zigzag más. Hasta alcanzar la fuente de la Goterita, con un pequeño tubo y cuya fresca agua será un alivio a este tramo. Desde aquí la pendiente se suaviza y comenzamos a ver ya las rocas de la cima del Calvitero.
Entre piornos ya cada vez más bajos y que van desapareciendo, vemos el camino mejor trazado y sin piedras grandes. Avistaremos grandes hitos que nos marcan ya un único camino. Destaca un gran hito llamado el Papeillo casi en plena cuerda.
Cuando estemos a una altura de 2300 m aproximadamente, nos uniremos con otro camino que viene por la cuerda izquierda desde la estación de la Covatilla. Desde este momento, el camino es prácticamente llano y va ganando altura muy lentamente.
El sendero que llevamos no pasa por la cima del Calvitero 2397 m. (la dejaremos a nuestra derecha). Así que, debemos decidir si queremos pasar por la cumbre, que no nos supondrá más de cinco minutos de desvío entre las rocas.
Comenzamos a bajar casi imperceptiblemente durante un kilómetro (perderemos solo 70 metros de altura) hasta la portilla de la Ceja. Unos cientos de metros antes, comenzaremos a ver la más baja de las lagunas y tendremos la tentación de lanzarnos hacia el valle a buscarlas, pero el mejor camino no sale hasta llegar a la portilla de la Ceja. Así que, paciencia.
El descenso a las lagunas es un camino típico de montaña alternando pastos, con pedreros de piedras grandes y finas.
El comienzo es un pedrero de rocas pequeñas, que tiene un buen camino trazado que baja haciendo zigzags. Debemos intentar encontrar esta senda, pues esta bajada puede ser sencilla siguiéndola o complicarse si nos salimos de ella.
Tenemos a nuestra derecha, según bajamos, los farallones rocosos que caen de la cara norte de la Ceja. Pronto llegaremos a una zona llana de pastizales surcada por arroyos y charcas en las que abunda el ganado. Hemos perdido 100 m de altura desde la portilla.
Transitamos por estos pastizales sin ninguna dificultad y al llegar al final de ellos ya vemos las dos lagunas superiores y como desciende entre rocas el arroyo que surcaba los prados.
Debemos desviarnos a la izquierda cruzando unos piornos (hay hitos, pero no está clara esta parte de la bajada). Llegamos a un pedrero de bloques grandes. Sin perder altura seguimos yendo hacia la izquierda (no haciendo caso a hitos que bajan entre los bloques), y llegaremos a una especie de sendero de bloques más pequeños que bajan haciendo zigzag a unos prados. Otro escalón más sencillo de piedras nos dejará en la primera de las lagunas.
El camino y los hitos que traemos, bajan por la izquierda a la laguna inferior. Pero nosotros bordeamos la primera laguna, siguiendo una senda también con algún hito por la izquierda. Para luego cruzar a la derecha unas rocas que la separan de la segunda de las lagunas. Nos encontraremos con un enclave, poco menos, que idílico.
En esta segunda laguna veremos círculos de piedra realizados para vivaquear en este maravilloso entorno.
Nosotros elegimos la opción de la acampada libre porque no siendo muy larga la ruta (6 km ida), el desnivel son 550 m de subida y casi 275 de bajada, era demasiado para ir y volver en el día con nuestros peques.
Desde la segunda laguna, veremos una loma de piedras a la que podemos subir para asomarnos y ver el cortado (cuidado si vais con los niños) que nos permite ver a vista de pájaro la más baja de las tres lagunas del trampal.
El retorno lo haremos por el mismo camino, por lo que ahora nos tocará subir y luego bajar. Esta última bajada puede ser dura para los niños, por lo que aún siendo en descenso, conviene descansar para no hacer sufrir sus rodillas (y las nuestras).
Para los más valientes, si esta excursión les parece corta, os recordamos que hay otra opción. Consiste en hacer una travesía, en lugar de una excursión de ida y vuelta. Para ello, hay que descender desde la primera de las lagunas del Trampal a la tercera. Y luego seguir camino abajo, primero por piedras, luego por prados y, por último, finalizar entre bosques en el aparcamiento de la central del Duque o de Solana (Ávila). Nosotros esto lo dejamos pendiente para otra ocasión.
Nuestra primera noche en la montaña con los peques y nuestras sobrinas fue toda una experiencia. Nos llevó casi cinco horas llegar a este idílico paraje, pero ese es el precio de poder disfrutar solos de la luna y las estrellas, sin más sonido que el arrullo del arroyo y sin más objetivo que respirar aire puro y sentirnos vivos.
Descargar track en Wikiloc de la ruta «Lagunas del Trampal» |
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